Adeje
Adeje significa “macizo montañoso”. Siempre fue el lugar donde se ubicaba el rey o mencey que estuviese al mando de la isla de Tenerife. Sin embargo, con Tinerfe el Grande termina esta tradición, ya que sus hijos acaban dividiendo la isla en nueve menceyatos. En este reparto Adeje queda en manos del guanche Pelinor, quien no dudó en pactar con los castellanos durante la colonización. A Pelinor le concedieron un nombre cristiano, don Diego de Adeje, y algunas tierras, y así terminó siendo el único guanche de la isla que continúo viviendo en la misma después de la colonización.
Adeje en los años 20 del siglo pasado
A partir de 1496 los colonizadores empiezan a repartir las nuevas tierras. Concretamente en Adeje las primeras familias se asentaron alrededor del río de Adeje y, entre ellas, destacó la familia Ponte. Precisamente fue don Juan Bautista de Ponte y Pagés quien obtuvo la jurisdicción del lugar como señorío y el título de Villa hasta la Constitución de Cádiz en 1812.
Durante el siglo XIX Adeje soportó bastante bien la crisis socioeconómica que azotó la isla gracias a que contaba con agua, bien escaso en el resto del territorio. Esto permitió desarrollar, además de la pesca, agricultura y ganadería. El tomate y el plátano fueron los principales cultivos de exportación, contribuyendo en gran medida al crecimiento del pueblo.
Hoy en día Adeje tiene una extensión de 105,95 km² y es uno de los municipios más poblados de la isla, con sus casi 50.000 habitantes. Su actividad principal es el turismo, sector en el que año tras año muestra su capacidad de desarrollo y renovación, destacando su marca Costa Adeje a nivel nacional e internacional.